Desde la primera edición de Bestia en 2013, su directora y fundadora, Claudia Curiel, no ha tenido empacho ni concesiones en presentar lo que desde su palestra es la mejor música de corte experimental y extremo. Por fortuna, esa curaduría, seleccionada con minucia y montada con un detalle monumental en la parte técnica, ha tenido un eco sólido entre los seguidores del metal de culto y la experimentación extrema.
Ya han pasado tres ediciones desde que Bestia vio la luz hace tres años, con un concierto de arranque inolvidable, bajo la mutación Moonchild de John Zorn, un polémico querido en México, en el museo Diego Rivera Anahuacalli. Desde entonces, y sin estar exento de embates financieros, de patrocinios, logísticos y de diatribas de un sector del público, el festival ha seguido constante en presentar pocos conciertos, equilibrando la música contemporánea con la cara más oscura y pesada del rock.
Bestia ha hecho posible que nos demos recio al ver a grandes de la música de culto como Marc Ribot, Neurosis, The Ex, Dave Lombardo, el mismo Zorn, entre muchos otros virtuosos que le pegan con furia y cabeza, voces únicas para los enterados, bajo presentaciones con un audio de alto nivel, en locaciones especiales, y con actividades gratuitas y cinematográficas de aderezo, que enriquecen su oferta, un esfuerzo de un equipo pequeño pero harto conciso.
Para esta edición 2016, a realizarse del jueves 1 al domingo 4 de diciembre, Bestia no deja del lado la propuesta cinematográfica (con un concierto de lujo dedicado enteramente al trabajo pionero de George Mélliès el 4 de diciembre en el Auditorio BlackBerry, del que hablaremos más adelante), además de un menú completo que suma cuatro eventos, uno de ellos gratuito, que puede consultarse a detalle en su página oficial.
Más allá de los cuatro eventos que conforman Bestia, que este año hace mancuerna con el regreso del festival Aural, comandado por Rogelio Sosa, el plato fuerte (literal) de Bestia se encuentra arraigado en el concierto del sábado 3 de diciembre, con tres nombres que estremecen nada más de leerlos: Cleric, Simulacrum y ese leyendón inglés de finales de los ochenta que responde al nombre de Godflesh.
Con poquísimo margen de error, la noche del sábado 3 de diciembre en el Lunario del Auditorio Nacional será recordado por los fanáticos del post metal industrial de mejor cepa, por tener un programa que irá de más a “muchísimo más”, con el avant garde-metal de la banda de Philadelphia, Cleric, comandada por el guitarro noise-core Matt Hollenberg; posteriormente, Simulacrum, que no es otra cosa más que una encarnación oscura más de John Zorn a cargo de John Medeski en los teclados, el mismo Matt Hollenberg de Cleric en la lira y Kenny Grohowski, quien ya ha tocado en Abraxas el año pasado en Bestia, y que se presentará en la función dedicada a Mélliès, a la batería.
Por último, y no en orden de importancia, Godflesh pondrá a prueba los cimientos del Lunario, con ese metal empantanado y obeso que los hiciera gloriosos durante los noventa, con discos emblemáticos como el Streetcleaner del 89, el Pure del 92 o el Sefless del 94, por mencionar tres de sus ocho placas de estudios de larga duración.
Los ingleses de Godflesh son una bestia de culto con un séquito de fans sólido, quienes reconocen en su guitarrista, al comandante de la banda, quienes hacen casi lo opuesto a lo logrado en el pasado con su grupo fundacional, los tempranos e inminentes Napalm Death, extremos maestros del Grindcore. La baja calidad de Godflesh brinda ese toque que en vivo recompensa al por mayor.
Tanto Godflesh, como Cleric y Simulacro serán secos, brutales y contundentes, muy en la cara para la noche Bestia del sábado 3 de diciembre, la cual pinta imperdible para quienes se arriesgan a subirle de tueste a las guitarras y los macanazos apocalípticos. Hasta entonces.
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