Meditar significa reflexionar (según su raíz latina) y su práctica es generalmente asociada tanto al Budismo como a la filosofía Zen, una de las ramas más libres del Budismo que ha sido bien recibida en occidente. El objetivo principal de la meditación y sus distintas ramas a través de los siglos ha sido el auto-conocimiento interior, la sabiduría más allá de la racionalidad, la búsqueda de la realidad más allá de lo que podemos ver, la elevación del espíritu y el desprendimiento del mundo material, mientras que hoy en día las personas que practican dicha actividad mediante el Feng-Shui, Tai-Chi y el Yoga (entre otras disciplinas) logran lidiar y deshacerse de la maldita ansiedad, inquietud y preocupación que nos provoca el mundo tan ajetreado en el que vivimos, lo que invariablemente deriva en el tan temido mal del siglo XXI; el estrés.
Muchos son los beneficios científicamente comprobados de la meditación, uno de ellos es que aumenta el grosor de la corteza cerebral y aumenta la materia gris, también combate las parasomnias, aleja la depresión, agiliza la memoria (hipocampo), mejora nuestra capacidad de atención y nos ayuda a responder mejor en momentos de alta tensión, personas de todo el mundo practican la meditación, se trata de una actividad que ha permeado en todas las sociedades y no es excluyente.
Lograr un estado de concentración total mediante la meditación no es cosa sencilla, quienes ahondan en la práctica se valen de todo tipo de recursos para estimular los sentidos y llevar a la mente a ese ‘estado de gracia’, para ello el oído cobra un papel medular en la estimulación de la mente, la música que sirve para meditar es muy específica y sus fundamentos están basados en un respaldo físico y en estudios que a través de la musicología han comprobado cómo reacciona emocionalmente la gente ante ciertos sonidos, progresiones armónicas e intervalos.
La música que ayuda a la práctica de la meditación es fácilmente identificable, ya que contrario a la sensación de conclusión que sentimos al escuchar el último acorde de un tema comercial, la música para meditar nos da una sensación de infinito, como de ir suspendido en el aire volando hacia el vacío y está basada en la música oriental antigua, teniendo a las estructuras armónicas, melódicas y tímbricas de la música hindú como el componente más utilizado en su producción.
Hoy en día existen estilos basados en la música ambiental y atmosférica que funcionan para meditar, el más notorio es el New-Age, género que data de los años 60’s que se vale también de elementos electrónicos, sonidos de la naturaleza, recursos de música orquestal y cantos eclesiásticos. Aunque muchos de los que se dedican a crear música dentro del New-Age son héroes anónimos que por necesidad terminan vendiendo y cediendo los derechos de sus composiciones a organizaciones y empresas que las requieren para distintos motivos como publicidad, puestas en escena, documentales, etcétera, como todo estilo musical tiene sus máximos exponentes, entre los más conocidos se encuentran Vangelis, Dan Gibson, Era, Enya y Kitaro. Los músicos experimentales Holger Czukay, Popol Vuh, Robert Fripp, Jon Hassell y Jah Wobble, son considerados como los pioneros ya que ellos influenciaron a quienes hacen New-Age hoy en día.
Es importante mencionar que existen distintos tipos y técnicas de meditación, por lo que el tipo de música que puedes utilizar también puede ser distinto según sea tu objetivo, a continuación te dejo aquí una serie de opciones variadas de música para meditar, utiliza la que mejor te acomode.
Música para meditar
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