La carrera de Devendra Banahart es tan extensa como discreta. Aunque pudiera parecer lo contrario, el culto hacia él no es tan excesivo, sino más bien un íntimo gusto que sus seguidores guardan con recelo. Es entendible, su música siempre ha estado manufacturada como si el tipo tratara de acariciar el oído del escucha. Y lo ha logrado todos estos años. Si se mira en retrospectiva, su catálogo está lleno de pasajes que lo describen a la perfección: desde sus momentos más extraños en discos como “Niño Rojo” o “Rejoicing In The Hands“, pasando por sus más ácidos “Cripple Crow” y “Smokey Rolls Down Thunder Canyon” y hasta llegar a “What Will We Be” y “Mala“. Su carrera en solitario, tanto como su precoz experimento con Megapuss, por ejemplo, es un lienzo para la la combinación de dos de sus características más importantes: la dulzura de su corazón y la inquietud de su mente.
Sin embargo pareciera que la primera de ellas ha estado más presente durante los últimos años. En “What Will We Be” y “Mala”, Banhart comenzó un camino en el que la conciencia aparece más que antes y en el que el romanticismo y la apertura de sus fibras es protagonista. Incluso ahora, con el recién salido “Ape In Pink Marble” pareciera continuar -sino es que terminar- una trilogía dedicada a esa exploración que corre paralelamente a sus demás facetas artísticas. De ser un náufrago de ideas a un caballero del romance hay varios años y también muchas canciones que escuchar.
Aquí se escucha similar a sus antecesores. De pronto, en canciones como la abridora “Middle Names” o “Good Time Charlie” se siente como un verdadero contemporáneo cercano a los ejericios más dulces de alguien como M. Ward, pero también en otras como “Fancy Man” o “Mara” se percibe más una broma que un genuino sentimiendo de adulación a los protagonistas de ambas canciones. El disco está construido en una dualidad similar que por momentos funciona de manera precisa y por otros no lo hace tanto.
De ahí que sus mejores canciones sean aquellas en donde se escucha tan auténtico como solía hacerlo. “Theme for a Taiwanese Woman in Lime Green” es la canción ideal para musicalizar “Stranger In A Strange Land” de Lost y hacerlo un capítulo inolvidable, mientras que “Souvenirs” es una de esas piezas en donde Banhart se vuelve el mejor narrador de historias de la infancia y “Saturday Night” en donde se convierte en el tipo más romántico del mundo. Son momentos efímeros, pero llenos de una belleza particular que recuerdan los motivos de crear un culto íntimo. Todo para que al final se desvanezca en un par de canciones que se sienten eternas y pertenecen más al universo lejano de su cabeza.
Al final del día, el hecho de que la portada lleve de inmediato al amigo imaginario de “Inside Out” no es ninguna coincidencia. O por lo menos viéndolo desde una perspectiva general no lo es. Al igual que él, el disco es una dulzura para escuchar, pero también es la mezcla de la complejidad de la mente de una persona que por momentos puede dejarse en el olvido. “Ape In Pink Marble” puede ser la finalización de una trilogía dedicada a ello y, con un poco de suerte, en el futuro Devendra regrese con un nuevo experimento distinto bajo el brazo. En lo que eso sucede, éste funciona para no olvidarnos de por qué es que nos gusta tanto en un principío.
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