El cambio es una transición que siempre trae consigo un conflicto interno. Aunque no se quiera ver, cuando llega destruye por completo algo por dentro: una costumbre, un hábito, una familiaridad. Por más mínimo que sea, provoca la sensación de un vacío particular que sólo puede ser llenado con una costumbre, un hábito o una familiaridad completamente nueva. Hacer, ver, sentir, escuchar de la misma manera por tanto tiempo crea uno pero cuando se hace de manera diferente es innato resistirse al cambio. Muchas veces se logra por completo, pero otras el vacío queda intacto por mucho tiempo después.
“Currents“, el nuevo disco de Tame Impala es uno que tiene como manifiesto el cambio como generador de una ausencia. Su primera canción se llama “Let It Happen” y se complementa más adelante con otras que parecen hablar directamente de ello: “Yes I´m Changing”, “Eventually”, “Past Life”, es como si dialogaran entre sí y al mismo tiempo con quien lo escucha. Lo es porque el sonido del grupo también es otro. Muchos de sus recursos que hacían a discos como “Innerspeaker” o “Lonerism” unos puntos de referencia de la psicodelia en guitarras de la era contemporánea están disueltos en una experimentación más cercana a la música electrónica que a otra cosa. No sólo es un cambio en el artista (Kevin Parker, mente maestra detrás del grupo), su manera de escribir y de componer, sino que también es uno para los oídos de quien lo escucha todo.
No es una simple teoría, las pruebas están palpables a lo largo del disco. Basta con escuchar canciones como la mencionada abridora en donde parecen tener un espectro de sus antecesores para después dar paso a una canción como “Nangs” que los exhibe con hábitos y costumbres nuevas. No sólo eso, sino que también se puede notar en las letras de Parker. No es sorpresa escuchar versos como “I just can’t spend my whole lifetime wondering” en The Moment o “Yes I’m changing, yes i’m gone” en la mencionada “Yes I’m Changing” y otros como “I Know That I’ll Be Happier and I know you will too” en “Eventually” o “Feel like a brand new person, but you make the same old mistakes” en la canción que cierra el disco. Es una historia triste que no es tratada como “Burst Apart” de The Antlers, sino más bien como “Disintegration” de The Cure. Es una melancolía en metamorfósis, un esfuerzo por llenar el vacío del cambio.
Por momentos ese esfuerzo se escucha tan acertado que el mismo escucha podría pretender olvidar los antecesores del disco para mirar hacia un futuro prometedor como en “Love/Paranoia” o las mencionadas “Let It Happen”, “The Moment” y el combo “Yes I’m Changing”-“Eventually”. Sin embargo, otras veces el cambio luce tan vacío que causa conflicto como en la insufrible “Past Life”, la desastroza “Cause I’m A Man” o las que se encuentran fuera de lugar como “Disciples” y “Reality In Motion”. Es una transición complicada y como cualquiera a veces contiene momentos de dicha como también de recuerdos amargos convertidos en desilusiones. Se trata de un disco cuyo valor no se encuentra en escucharlo de principio a fin, sino en la empatía con las experiencias de quien lo escucha con atención.
Levantar la cabeza y no resistirse al cambio es algo completamente natural. En “Currents” lo hace Parker y el resto del grupo en una colección de trece canciones que parecen querer iniciar una historia nueva a partir de la desgracia, pero al mismo tiempo lo hacemos aquellos que escuchamos el resultado. Tame Impala ha creado su obra más triste, talado del mismo árbol que aquel otro manifiesto a la soledad y al cambio como lo fue “II” de UMO en su momento. Es tarea de quien lo escucha decidir si comienza a rellenar esos vacíos y a mirar hacia adelante o de vivir del recuerdo de sus antecesores y siempre voltear atrás. La mejor opción es hacer ambas cosas, con este disco el catálogo del grupo se ha convertido en uno perfecto para atesorar.
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